Cuando la Academia llamó me quedé atónita. No soy humorista ni showman, pero tenían razones convincentes. Me regalaron el oído. No hay marcha atrás.
¿Cómo se sentirá?
Es un honor y una fiesta. Amigos, gente a la que admiras, van a recibir un premio. Participar es como si tú fueras todo el rato la premiada... ¡Sin bajar del escenario, viendo Goyas por todos lados!
¿Qué novedades habrá?
El guión es ingenioso. Lo estamos pasando muy bien ensayando. Y habrá una sorpresa: actuará un grupo de artistas de los que soy fan.
¿Algún consejo de José Corbacho?
Somos amigos, pero no. Somos energías diferentes. Con el mismo guión haríamos dos cosas muy distintas.
¿Ha visto las películas candidatas?
No todas. Camino me pareció estupenda, arriesgadísima. Los girasoles ciegos también me gustó mucho. Y he contemplado trabajos actorales excepcionales.
¿A quién le gustaría entregar un Goya?
A Javier Cámara. Y a Raúl Arévalo. Bueno, y a Benicio del Toro... ¡Un Goya y un poco de 'sobe' también!
¿Presentar le será muy diferente a actuar?
Es un papel especial: presentadora. Interpretas a un personaje, y como suelo hacer no improvisaré. La referencia es alguien como Billy Crystal, pero es incomparable, inimitable. Él es tan estrella como los propios premiados. Me encantaría imitarle, pero es de otro mundo.
Y tras la Gala, a rodar...
En febrero empiezo Pájaros de papel, de Emilio Aragón. Interpreto a una cupletista de poco antes de la Guerra Civil. Canto, bailo... Una película y un papel preciosos. Después haré La mujer sin piano, de Javier Rebollo.
Este momento me gusta más. He pasado página en muchas cosas y estaré más relajada. Los últimos meses fueron brutales y no vale la pena. No tenía tiempo ni para tomarme una caña.
Pero no dejará el teatro.
Estoy ensayando Platonov, de Chejov, en el Centro Dramático Nacional. También retomaremos La tortuga de Darwin, de Juan Mayorga. Ese papel es lo mejor que me ha pasado en la vida.
¿Tanto supuso?
Sí. Aunque no seas como el personaje, todo lo que dice, lo que mira, sale de ti. Con otros papeles puedes permanecer más indiferente, pero La Tortuga cambió mi perspectiva de la vida.
¿No es peligroso que un personaje le afecte tanto?
Has de tener la cabeza en su sitio. Mi fórmula es: 50 % de control, 50 % de descontrol. Distanciarse. Si no, efectivamente, terminas esquizofrénica.
¿Terminará esquizofrénica?
¡No! Me meto en los personajes lo justo, les doy lo que me piden, no más. Con frialdad.
¿Por qué quiso ser actriz?
Sólo he trabajado en esto. Supongo que es genético. Recuerdo que, con siete años, vi en una película enfermar y morir a Liz Taylor. Era una niña, como yo. Fui al espejo a hacer lo mismo que ella y vi que era fascinante. Que también podía llorar y reír así, de mentira. Era un juego. Y sigo pensándolo, ¡pero te pagan!
Somos tontos. Imbéciles. Hay que apoyar nuestro cine"
No lo sé, es verdad que ver televisión es más sencillo porque busca agradarte. Pero creo que somos tontos perdidos. Imbéciles. Hay que apoyar nuestro cine, porque tiene talentos grandísimos.
BIO
Nació en Madrid en 1963. Tras muchas obras de teatro, saltó a TV con 7 vidas. El estrellato llegó con Aída. Ha rodado con Almodóvar Los abrazos rotos, y ganado Ondas, TPs y Fotogramas de Plata.
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